Friday, September 24, 2010

El Arrepentimiento, el Perdón y la Conversión

EL ARREPENTIMIENTO, EL PERDON Y LA CONVERSION

  Evangelio de San Lucas 15,11  La parábola del hijo pródigo.  Jesús continuó: Había un hombre que tenía dos hijos.  El menor dijo a su padre:  “Dame la parte de la hacienda que me corresponde,”  Y el padre repartió sus bienes entre los dos. 
 
  El hijo menor juntó todos sus haberes, y unos días después se fue a un país lejano.  Allí malgastó su dinero llevando una vida desordenada.  Cuando ya había gastado todo, sobrevino en aquella región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad.  Fue a buscar trabajo y se puso al servicio de un habitante del lugar, que lo envió a su campo a cuidar cerdos.  Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero nadie se la daba.

  Finalmente recapacitó y se dijo: “!Cuántos asalariados de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre!  Tengo que hacer algo: volveré donde mi padre y le diré: Padre, he pecado contra Dios y contra ti.  Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.  Trátame como a uno de tus asalariados.”

  Se levantó, pues, y se fue donde su padre.

  Estaba aún lejos, cuando su padre lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó.

  Entonces el hijo le habló: Padre, he pecado contra Dios y ante ti.  Ya no merezco ser llamado hijo tuyo.

  Pero el padre dijo a sus servidores: !Rápido! Traigan el mejor vestido y pónganselo. Colóquenle un anillo en el dedo y traigan calzado para sus pies.  Traigan el ternero gordo y mátenlo; comamos y hagamos fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y empezaron la fiesta.

  El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercaba a la casa, oyó la orquesta y el baile.  Llamó a uno de los muchachos y le preguntó qué significaba todo aquello.  El le respondió: Tu hermano ha regresado a casa, y tu padre mandó matar el ternero gordo por haberlo recobrado sano y salvo.

  El hijo mayor se enojó y no quiso entrar.  Su padre salió a suplicarle. Pero él le contestó: Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mi nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.  Pero ahora que vuelve ese hijo tuyo que se ha gastado tu dinero con prostitutas, haces matar para él el ternero gordo.

  El padre le dijo:  Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.

REFLEXION:

  Estamos tratando desde el punto de vista del Arrepentimiento, Perdón y Conversión.  Cuantos personajes sobresalen en la lectura? Que características tenia el hijo menor? Que características tenía el hijo mayor? Era una persona egoísta, soberbia. Con quien te identificas más, con el hijo mayor o con el hijo menor? 

  Para hablar del arrepentimiento tuvo que haber pasado algo, como dice el dicho “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”  y es cuando el hijo menor, el hijo pródigo no se daba cuenta de la inmensidad, de la riqueza que tenia al estar con su papá. Cuando él malgasta todo lo que el padre le ha dado, una vida desordenada completamente, sufriendo, todo mal. Hay algo que lo hace volver a su padre. Que creen ustedes que le hizo volver a su papá?  El hambre. Y por qué creen que fue el hambre?  Porque se quedó sin dinero y porque tenían más comida los cerdos que él.  El mismo se pone a pensar y se pone a arrepentirse y a valorar lo que tenia en su casa.  Dice: cuantos asalariados, trabajadores tienen pan, uvas, peras, gallinas, pavos, cerdos.  Y él queriendo comer de lo que comían los puercos.  Fíjense una circunstancia netamente material, física en su cuerpo lo hace reflexionar para arrepentirse, pedir perdón, pensar que lo que hizo estuvo mal, pedir perdón y por consecuencia cambiar su vida y valorar lo que ahora tiene.

  Hay veces que en nuestra vida pasa exactamente lo mismo, de que estamos bien físicamente, gracias a Dios tenemos nuestros piecitos, nuestras manitas estamos bien.  Y hay veces que no queremos escuchar a Dios, sino hasta que nos pasa algo material en nuestro cuerpo o en nuestra familia. Es cuando ahora si decimos: Perdóname Dios mío. Cuando no tenemos que comer es cuando más nos acordamos de Dios.

  En este texto, este jovencito nos tiene que enseñar a reflexionar, a valorar, no lo que hemos perdido sino, en el lugar que estamos.

  Hoy quiero invitarte a no enfocarnos tanto en problemas, en dificultades, sino en ver el gran desorden que nosotros tenemos para llevarlo ante nuestro Señor.  El siguiente paso que hizo el muchacho fue haber meditado su mal, haber reflexionado su vida, y tomar la decisión de ir con su papá y declararle su mal, declararle su error y estar abierto a perdonar.  La otra parte que nos enseña este muchacho que reflexionar en nuestra vida, cuanto hemos insultado al Señor y aún siendo personas que vamos a la Iglesia. Reflexionemos en nuestra vida como persona casada, persona soltera, como mamá, como papá, como esposo, como esposa, pero también reflexionar en nuestra vida espiritual y aceptar que somos seres humanos y tenemos errores, tenemos carencias, tenemos limitaciones, como también tenemos virtudes y cualidades.  El hijo pródigo una de sus cualidades fue aceptar su mal y a consecuencia de haber aceptado,  hacer reflexión y de haber tomado una decisión de poder PEDIR PERDON poder pedir perdón es algo que es de valientes.

  Es muy difícil poder pedir perdón a otra persona. Psicológicamente dicen que pedir perdón es ponerse vulnerable ante otra persona, pero no es cosa mala, no es una actitud humillante sino todo lo contrario, es algo que nos hace ser mejores seres humanos, el reconocer que hicimos algo mal y tener fuerza de pedir perdón. Por eso hay que perdonar a nuestros padres, a nuestros hermanos, al prójimo y puede ser algo fácil con la ayuda de Dios. Pero lo que cuesta un poquito más es perdonar a una persona que no queremos ni ver, de repente decimos: Dios mío que ni se me presente. Y les voy a decir quien es esa persona, a la persona que más nos cuesta perdonar es a nosotros mismos.  Porque vemos el historial de nuestra vida, vemos los errores que hemos cometido, las maldades que nos han hecho y las que nosotros hemos hecho.  Y creemos que no somos dignos de ser perdonados y por lo tanto no nos perdonamos a nosotros mismos.

  Perdonarnos a nosotros mismos es la primera puerta para perdonar al prójimo.

  Crees que el hijo al haber visto los elogios del padre, la actitud como lo recibió el padre no cambió su vida? 

  La conversión, no podemos cambiar nosotros mismos aunque queramos, porque el hombre que dice: yo voy a dejar de fumar, de tomar, de ser infiel, no lo va a dejar de hacer y sabes por que? Porque le hace falta Dios en su vida, Dios si puede ayudarnos a dejar de hacer esas cosas. El llenarnos del amor del Padre nos va a ayudar a tener una conversión.

  Ya pasamos por el Arrepentimiento, por pedir Perdón y ese amor del Padre nos va a llevar a la Conversión.  Y en eso se va a notar que somos Hijos de Dios.

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